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Entrevista a Clara Arpa, consejera delegada en ARPA Equipos Móviles de Campaña, en ‘El Economista’

  • «La pandemia va a acelerar el cambio hacia una economía más sostenible»
  • «Hemos matado mucha industria con la deslocalización»
  • «Una empresa no solo tiene que ser rentable»

 

La aragonesa Clara Arpa ha sido elegida recientemente presidenta de la Red Española del Pacto Mundial, cuyo objetivo es fomentar la implantación de los Diez Principios del Pacto Mundial para la sostenibilidad empresarial y trabajar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con las empresas y el sector privado.
Una línea de acción de la que es una firme convencida y que ya empezó a desarrollar ARPA Equipos Móviles de Campaña -una de las cinco empresas más importantes del mundo en diseño, fabricación y despliegue de soluciones logísticas de la campaña para los sectores de defensa, salud y emergencias- con un plan estratégico que llevó a revisar todos los procesos productivos, implantar un sistema de lean manufacturing, trabajar en un plan de igualdad e incidir en la formación, entre otros pilares. Una apuesta en la que va a seguir trabajando desde esta red española en la que sustituye en la presidencia a Ángel Pes, así como desde ARPA Change, iniciativa que ha puesto en marcha para ayudar a empresas y administraciones en el camino de la sostenibilidad.

¿Qué objetivos se ha marcado al frente de la presidencia?
Mi objetivo es mantener el liderazgo de la red española a nivel internacional y ya no solo eso, sino intentar captar más empresas y aumentar el número de firmantes, sobre todo, poniendo el foco en las pymes. Además, a través de las organizaciones empresariales y actores sociales, quiero hacer una mayor divulgación del Pacto Mundial e intentar adherir para la causa. Animo a todas las empresas a que se acerquen porque España es la red más potente. Es un hito importante para el país, que nos da credibilidad y visibilidad, que nos hace falta.

¿Por qué es tan importante la sostenibilidad?
Estamos en un momento en el que nos acercamos a los 8.000 millones de habitantes en el Planeta y, además, nuestra forma de vivir no es saludable. No nos queda más remedio que hacer que nuestra forma de vivir sea capaz de que todos seamos capaces de vivir; no solo nosotros, sino las generaciones futuras. Si tenemos en cuenta cómo producimos, cómo consumismos cómo nos gestionamos… -realmente no son sostenibles-, no vamos a poder asegurar los recursos necesarios para las próximas generaciones. Lógicamente lo tenemos que cambiar.

¿Qué papel juegan las empresas en este cambio?
Casi todos trabajamos en empresas, que las formamos los individuos que, a su vez, somos los consumidores. Si queremos realmente llegar y transmitir el mensaje lo antes posible, las empresas se tienen que ver involucradas en ello. Teniendo en cuenta que el 99,4% de las empresas del mundo son pymes, que dan el 65-70% del empleo, lógicamente son el motor del cambio. Las empresas podemos contribuir revisando nuestra estrategia empresarial y modificándola y alineándola con los ODS. Tarde o temprano nos van a llegar las normativas y directrices que ya se están haciendo. Nos tenemos que poner a ello porque el año 2030 parece lejos, pero está a la vuelta de la esquina.

¿Percibe una mayor sensibilidad en las empresas por la sostenibilidad?
Desde 2015, cuando yo empecé, ha cambiado mucho. Hay más sensibilización. Antes te miraban de forma extraña, pero ya se ha visto que una empresa no solo tiene que ser rentable. No todo vale. Esto comienza a calar. La gente entiende lo que es la economía circular y se lo empiezan a plantear. La situación actual lo ha acelerado y ha puesto de manifiesto las grandes desigualdades en la sociedad y en los sectores empresariales. Ahora, en general, creo que tanto el colectivo empresarial como el ciudadano ya empiezan a ver que la sostenibilidad ha venido para quedarse.

¿Rentabilidad está reñida con sostenibilidad?
Esto es como aquel que se alimenta mal y el médico le dice que necesita cambiar su alimentación para que sea más sana porque va a ser rentable para la persona a larga. Quizá con malos hábitos se gana más dinero. Todo lo que sea salir de la zona de confort y cambiar cuesta desde todos los puntos de vista. Parece que tengamos que justificar la rentabilidad ante la sostenibilidad, es decir, parece que vivir más tenga que ser rentable. Vamos a ver cómo podemos cambiar hacia la sostenibilidad de la forma menos dolorosa posible porque todos los cambios cuestan y, muchas veces, se achacan estrictamente al término económico. La economía no solo conlleva las cifras monetarias. La empresa tiene unos beneficios, pero luego tiene unos compromisos sociales, que le dan un valor. El ciudadano se tiene que dar cuenta de esto. Estamos acostumbrados a que a las empresas se les mida solo por los términos de los beneficios económicos y ni si quiera se tiene en cuenta los impuestos que paga; cuantos más pagara una empresa, más alto valor tendría. Hay un valor social con la relación de sus trabajadores, en el desarrollo personal y profesional, la igualdad, o la formación continua -es muy importante porque la sociedad va muy rápido-, y, por supuesto, la sostenibilidad. Todo eso se debería valorar y ahí es hacia donde tenemos que dirigir el cambio de la empresa.

¿Cómo puede contribuir la sostenibilidad a la recuperación económica?
Todas las políticas de recuperación planteadas, sobre todo, a nivel europeo son en base a la economía verde, protección social, nuevo marco social… Van a alineadas en ese sentido. Desde mi punto de vista, va a acelerar el cambio. Necesitamos regenerar la industria y hay una parte de la industria que la tenemos que cambiar para que nos dé más valor añadido, más empleabilidad y más seguridad respecto a nuevas amenazas en un futuro cercano. Nunca habíamos pensado una situación así como la actual -algunos sí porque es a lo que lleva la globalización- y tenemos que responder de una manera distinta. Si vamos encaminados a que nuestra regeneración se vea apoyada sobre todo en los pilares de la sostenibilidad, habremos avanzado mucho.

¿La industria es el sector decisivo en esta regeneración?
Hemos matado mucha industria con la deslocalización y, ahora, hay mucha inseguridad industrial. De hecho, todos los equipos de protección que hemos tenido que mal comprar y que vamos a volver a malcomprar por la pandemia nos ha puesto de manifiesto que no tenemos una seguridad industrial. No podemos adquirir en Europa ni siquiera lo que nos hace falta. Hay que pensar y poder ser autónomos, también energéticamente. Con la pandemia, la industria es el sector que mejor ha resistido, que mejor va a salir de ella y, además, es el que tiene mejor empleabilidad y da más valor añadido. Es volver a localizar toda nuestra industria.

¿En qué consiste ARPA Change?
Es ayudar a las empresas y a las administraciones en la transición hacia la sostenibilidad para hacer desarrollos sobre el terreno para que, de una forma asequible y bien pensada, se puedan estar solucionando problemas que llevan muchos años sin solución. Tiene varias líneas. La primera es el agua, el saneamiento, para solucionar problemas sencillos de tratamientos de aguas residuales. También estamos en energías renovables. Tenemos paneles híbridos, que son los más eficientes de Europa, que están hechos aquí y que conocí a través de un programa de mentorización de AJE, y estamos estudiando generar in situ hidrógeno verde y empezar también a divulgar sus bondades. Además, hacemos módulos de extensión hospitalaria para ampliar las infraestructuras sanitarias de los entornos, sobre todo, rurales.

Vía El Economista.

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Redaccion