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Así es la Archidiócesis de Zaragoza: «un valor al que no le sabría poner un precio»

Joaquín Abellanas, ecónomo del Arzobispado de Zaragoza

La labor del Arzobispado de Zaragoza «no tiene precio». Y es que su valor y aportación a la sociedad resulta prácticamente incalculable, impactando en todo el tejido social y en los barrios y comunidades de la ciudad. Dejando así una huella histórica y cultural de gran valor.

En este «Canal Expositivo» junto al Arzobispado de Zaragoza conocemos la positiva influencia de la Archidiócesis en la ciudad y la importancia que las donaciones y las contribuciones tienen en su buen desarrollo.

De la paz del individuo a la paz social, la labor del Arzobispado de Zaragoza

El valor de la obra del Arzobispado de Zaragoza trasciende a cualquier tipo de precio o producto, como suele ser habitual su medición en el ámbito empresarial. Al respecto, Joaquín Abellanas, ecónomo del Arzobispado de la ciudad, resalta la paz social y la cohesión que existe en nuestro territorio, algo que hacen saber los inversores que aterrizan en la capital aragonesa.

En este sentido, desde el Arzobispado ponen el foco en las personas y en su bienestar, señalando el papel que juegan cuestiones como la educación, la familia, el deporte y demás elementos que favorecen al buen desarrollo del ser. «Tenemos que ser conscientes de que la paz social es la suma de diferentes paces del individuo«, apunta Abellanas. Y es precisamente en este «contexto de valor» donde el Arzobispado brilla con luz propia.

Siempre con el prisma evangélico muy presente en todas las acciones que realizan y en los valores que transmiten, el Arzobispado forma parte del tejido de «una sociedad tan sana, noble y buena como es la zaragozana y la aragonesa». Una sociedad de bondad de la que también forman parte las otras dos entidades participantes del encuentro, la Parroquia de Cristo Rey y el Colegio de los Infantes del Pilar de Zaragoza.

Casos de impacto social: aprendizaje y respuesta a necesidades

«Un valor al que no le sabría poner un precio», así es como Belén Batiste, responsable del área Pastoral del Colegio Infantes del Pilar, describe la educación y todo los principios que transmiten desde el centro. Conocidos popularmente como los Infanticos del Pilar, el centro, que se remonta al siglo XIII, ha visto crecer y desarrollarse a la ciudad de Zaragoza.

Los niños que asisten a esta escuela reciben una completa educación en la etapa Primaria, de los 6 a los 12 años, pero además son instruidos con un importante énfasis en la cultura musical y espiritual, especialmente en la expresión de la música en la liturgia. «La música los configura y les proporciona una herramienta para afrontar la vida de otra manera», añade.

Ubicado en la Plaza del Pilar, acoge a un máximo de 25 niños por curso escolar, y sus alumnos conforman el coro que participa a diario en la liturgia y en las celebraciones solemnes, en el canto litúrgico y como monaguillos de las dos catedrales de la ciudad de Zaragoza, la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Pilar y la Seo.

De la misma manera, muy presente en la sociedad zaragozana y, más concretamente, en el barrio de Las Fuentes, se encuentra la Parroquia de Cristo Rey. Dada la situación demográfica del barrio, como apunta el párroco Samuel S. Pérez, han detectado que hay una preocupante necesidad en lo referido a la sensación de soledad, tanto de los mayores como de la población migrante que reside, la cual representa un 24% de la del propio barrio.

Al respecto, desde 2017 la Parroquia de Cristo Rey comenzó a centrar un importante número de esfuerzos en dar respuesta a estas necesidades sociales, siendo casa de acogida y lugar de encuentro. Demostrando, una vez más, el valor incalculable para la sociedad que realizan este tipo de entidades desde la práctica.

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